Sust. masc.
Dícese del movimiento que consiste en dar vida a los materiales en un acto creativo, que abarca desde arreglar una puerta con pericia y cuasi perfección valiéndose de plasticola hasta los tejidos y pompones de colores sonoros, las pinturas que paisajean ojos, carteles o tapas de cartón, y las mil maravillas que las manos pueden hacer. Dícese y dícese, de las manos que preparan una mesa, un paquete, o un ecosistema en la cáscara de un huevo que usaron para hacer una omelette.
Brigada ~
Tal vez el problema es que el brigadier (o la brigadiera) es un poco rata, y no quiere pagar por la artesanía ajena. Tal vez es una fascinación por los procesos más o menos complejos que hay detrás de las cosas lindas y ricas que nos rodean. Tal vez es el gusto por hacer y ofrecerle a los demás cosas lindas y ricas. Tal vez son las ganas de hacer todo a su imagen y semejanza, caserito, personal.
En una tradición que viene más de McGyver y Artemanía que de Utilísima Satelital, una brigadiera (o un brigadier) ha incursionado desde la niñez en papeles, alambres, cartones, arcillas, pinceles, tenazas, pegamentos, mostacillas, telas, tijeras, lanas, maderas, harina, manteca, y pinturitas de toda clase. Tiene un ferretero amigo, una mercería de cabecera, una librería predilecta. Le cuesta horrores tirar cosas a la basura porque presiente que todo, en algún momento, puede llegar a servirle. Hay quien sostiene que sus actividades de bricolage son sólo una manera de encubrir su problema latente de hoarding.
No necesariamente tiene mucho talento, muchos recursos, ni mucha técnica, más allá de lo que ha aprendido por prueba y error. Pero intenta igual porque parece fácil, porque los demás lo hicieron y no ve por qué él o ella no.
No necesariamente tiene mucho talento, muchos recursos, ni mucha técnica, más allá de lo que ha aprendido por prueba y error. Pero intenta igual porque parece fácil, porque los demás lo hicieron y no ve por qué él o ella no.
Con una audacia rayana en la imprudencia, se mete en aprietos. Pero de alguna forma todo termina más o menos bien, todo sale con agua y jabón, y aún en el peor momento, con plasticola o dulce de leche hasta los codos, maldiciendo su hybris y creyendo que realmente va a perecer en alguna catástrofe pringosa, la brigadiera o brigadier es feliz.
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