Mosqueteros


Sustantivo, indefectiblemente, masculino; plural. 

Tripla o cuarteta de sátrapas versados en las Bellas Letras -pero, antes que nada, en el chamuyo-, propensos al escabio y a los paseos en changuito de supermercado bien entrada la madrugada. Si aparece la gendarmería en medio del recorrido, despliegan su paleta de gestos y recursos verbales para zafarse de la situación y además, por las dudas, corren. Pero son re valerosos. Y valiosos también. Las gineceas los adoran: les festejan los chistes. Se disfrazan para sus cumpleaños y los invitan a cenar sin rendirse aunque respondan con evasivas o una difusa afirmación porque tienen algo mejor que hacer.

Amén del discurso de la teoría literaria y la literatura moderna, con o sin anteojos, los mosqueteros manejan el discurso del chiste, de la ocurrencia, del gesto cómico, de Ricardo Iorio, del asado, del fútbol, de los video juegos y, con alguna destreza, ese, el discurso amoroso.

Sus remeras tienen temas y manchas de vino. Sus cabezas, más o menos pelo.

Piensan en la autonomía del arte; en la distancia que separa al Orlando Furioso de Xena, la Princesa Guerrera; en la sugerencia erótica de un colchón de lechugas como decorado del porno con enanos; en la posibilidad de ficciones computacionales, rizomáticas, exponenciales, para nada lineales, con hipervínculos.

Son los de Alejandro Dumas. Pero 2.0. Y por eso merecen el respeto de toda ginecea, on earth as it is in Heaven.

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