Entrega


Sust. abstracto.



1.
Sos Merlina en Los locos Adams 2. En un cementerio, un chico te ofrece su amor y devoción por los siglos de los siglos. Se pintó un bigote con marcador para parecerse a tu papá, para que quede claro que es ese el modelo.
No como tu tío.
No como un pavo nativo-americano que dice "eat me" y baila como un pelotudo.
Es una entrega lúcida y merecida.
(Porque no compramos esta gilada del amor incondicional:
queremos a quien se nos canta, a quien vale la pena.)
Y no va a perder su dignidad, no va a perderse a sí mismo. Al contrario, se hará él justamente en la profesión violenta del amor. Será en la medida en que podrá, potencialmente, destruirse para vos, físicamente, cruelmente.
A las mujeres Adams las calienta el dolor.
Entonces, cuando pongo la trucha para que ella me maquille (ver cachetones), por ejemplo, me entrego toda entera. Abro mi corazoncito borracho a sus deditos borrachos, temblorosos pero seguros.
Sigue agregando colores y está bien, porque no voy a parecer un travesti, me voy a parecer a ella, y eso es un honor.


2.
En el ámbito académico laboral, la entrega es tal día.
Todo será postergado para después de esa fecha. "Me ocupo yo, pero después de tal día." "Sí, juntémonos, pero después de tal día." Nada más importa.
O sí, en realidad hay un montón de cosas que nos importan mucho, pero no podemos hacer nada a respecto antes de tal día.
Y cuando llegue ese día, llegaremos 15 minutos antes para imprimir, y meteremos en un folio 8-12 páginas de sangre sudor y lágrimas, que seguiremos con la mirada mientras podamos, hasta el último instante. No sea cosa.
Volveremos a casa y nos sentiremos un poco vacíos. Recordaremos que había una larga lista de cosas a hacer después de tal día. No nos dará la cabeza para decidir qué hacer primero. Es probable que esté empezando algún programa familiar y poco interesante, y será tan dulce acurrucarse en el sillón y cerrar los ojos. Entregarnos, al son de las risas grabadas, al victorioso sueño posterior a la entrega.
Sueño que, lamentablemente, se verá interrumpido en el segundo en que recordemos amargamente la fecha de la próxima.

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