Sally


Groupie del Poeta Maldito Jack en The Nightmare Before Christmas que al final conquista su corazón.
Muñeca de trapo melanco-gótica. Vive encerrada con el científico loco que la hizo, un enano paralítico que es a la vez su padre y su marido, y con el que tiene una relación de violencia doméstica y abuso difícil de digerir para la niña ginecea, fan precoz de Tim Burton. 

Con la pulsión de muerte siempre al mango, Sally es un poquito más border que sus paisanos de Ciudad Halloween. No hay en ella solamente una predilección estética por lo macabro, sino también una tendencia a destruirse a sí misma y a otros. Es que para Sally, una muñeca insegura y temerosa, es fácil tirarse desde la torre donde está (princesamente) encerrada, desarmarse toda, y volverse a coser. Suicidarse para ser libre. Y también es fácil envenenar a su victimario que, lamentablemente, según la lógica Disney no puede morir sino que despierta siempre algunas horas después con algo de resaca. 
Donde el cine infantil bloquea la posibilidad de la muerte, aparece el respawneo infinito y con él el goce de la violencia. Con obvias diferencias de tono, Sally y el doctor Finklestein se asemejan a Tomy y Daly, Bugs Bunny y el Pato Lucas, o cualquier parejita de asesinos mutuos. Pero en The Nightmare Before Christmas, donde lo lindo y lo divertido es lo que asusta, Sally y el doctor dan miedo en serio.

Sally es la vestal, la hacedora del hogar. Cocina, cose, y abre la puerta para ir a jugar. Lo hace para Jack como ofrenda y prenda de amor, lo hace para el municipio porque es su rol en la sociedad halloweenense, y lo hace en su casa bajo coerción
Dijimos violencia doméstica y nos referíamos al marido que le pega y la viola, pero en este hogar atravesado por el odio y el espanto, también es parte de esa violencia doméstica envenenar la sopa. 

Frente a la aventura transculturadora que lidera Jack -el navidófilo cientificista- y que el pueblo sigue con optimismo, ella intenta como buena ama de casa conservar y proteger la moral y las buenas costumbres. Y con los pequeños boicots frustrados de quien no es oída cuando habla, pretende frenar la destrucción, la premonición catastrófica que la agobia, con más destrucción. Proteger a los suyos es asesinar todo lo malo, es asfixiar con una almohada la esperanza inviable de colonizar la navidad. 
Pero el cine infantil bloquea la posibilidad de la muerte, y ni siquiera se puede matar una mala idea. Sally es el personaje más oscuro de la película porque en una cultura que venera lo mortuorio pero donde nada puede morir, ella sabe que esa salida no existe y que nada puede cambiar realmente. 

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