Belle




"Look, there she goes, a girl who's strange but special.”

Bella comienza a ser Bella. Cayó en el primer pozo. Un enunciado previo aportado por la Madre (ver Madre) dice “sos especial porque sos inteligente”. La heroína aparece leyendo en la calle y es rara por eso; la niña está condenada. La primera vez que agarró un libro hizo asociación libre y comprendió en el fondo que su lugar de seducción-al-mundo va a pasar por una indiferencia intelectual ante el mandato femenino que se presenta oficial- reaccionario. Y, como Disney nos enseñó, es el único mandato femenino del que hay que liberarse.

"No sir! Not me! / I guarantee it."

“Yo soy una mujer independiente y me realizo formándome, no casándome”. Hasta ahí, potencial Bella puede devenir sanamente –bueno, hay que ver qué es sano en cada caso- en fóbica (ver fóbica) y seguir con su camino. Pero no. No alcanza con decirle a todo el pueblo que casarse y tener hijos como perspectiva le resulta el garrón del siglo. Ni con crecer leyendo en lugar de jugando con muñecas o portando orgullosa el mote de la rara (porque si la seducción de Bella se construye desde allí, cada vez que le dicen que es distinta le hace cosquillitas el ego y se sonríe: ¡obvio, si nunca jugó con muñecas!).

Bella se piensa diferente y re copada. Belle es la minita  puanner (ver puaner).

"Tale as old as time / song as old as rhyme."

Y el tema es el combo, porque Bella también se creyó toda la otra parte. Tan convencida que estaba de que la dominación patriarcal le pasaba por el costado que no se dio cuenta el día que se enamoró del taciturno, barbudo, antisocial... y tan cínico que cuando lo escuchó hablar, se le cayó la bombacha. Bella se encontró con un Poeta Maldito (ver Poeta Maldito). Ahora sí que no hay chance de zafar.

Bella piensa: “obvio que me va a gustar, mirá la biblioteca (ver biblioteca) que tiene, escribe bárbaro, estudia humanidades”. Está convencida de que there may be something there that wasn’t there before, y no le importa que la trate un poquito mal, porque es un ortiva, le encanta, maltrato es mandarte a lavar los platos, esto es otra cosa y es otra cosa que ella puede resolver. No le dice que la quiere, porque, bueno ¿qué es el amor en estos días? Ella cree que no cree en el Amor (ver amor) ni en que la quieran. La indiferencia es mutua, no pasa nada. Pero pasa, pasa todo el tiempo. Y nunca se le ocurre pensar que el problema es que le gusta y que le va a gustar siempre. Bella no se va a hacer cargo, porque está segura de que el cuento termina bien y piensa que la diferencia entre el Poeta Maldito y el Príncipe Azul (ver Príncipe Azul) es que el primero es menos grasa, más sincero y la deja ser. Pero no, lo que no entiende es que su Príncipe Azul siempre fue un Poeta Maldito. Sí, Bella transformó al ortiva en gallardo. Pero él no cambió. Ni va a cambiar. 


2 comentarios:

  1. Tengo una compañera de trabajo que se llama Linda. Su hermana menor se llama Bárbara.
    Una vez le pregunté si eso no le generaba el síndrome Bella, como la de la Bella y la Bestia.
    Dijo que sí, un poco. Y que por eso le había gustado esa película. Y que eso la había obligado, de chica, a no ser solamente Linda.

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  2. jajajajajaj muy buena entrada, me mató el detalle de "mirá la biblioteca que tiene".

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